El culto a la vida

Laura dialogando con un camello.

Otro bigotudo del Rajastán, en el Palacio de la ciudad.

Unas mujeres arreglan el césped en los alrededores del templo jainista.

Una madre y su pequeño bebé inquieto en los alrededores del templo jainista.


Si la primera vez que fui a Udaipur me gustó, esta vez me ha enamorado. Las lluvias monzónicas se habían encargado de llenar el lago y la ciudad, siendo la misma, era diferente. Una gran parte del acierto de este viaje ha sido el bonito hotel Udai Garh, desde cuya piscina, en la terraza, se podía disfrutar de unas vistas del lago como desde un palco.

Al final no fuimos a Chittogarh, pero visitamos la antigua ciudad de Kumbalgar, la segunda ciudad más importante del que fuera Reino Mewar y el templo de Raknapur, de los templos jainistas más importantes de la India.

Carlos haciendo de Mogli, de fondo el templo de los monos, en Kumbalgar.

Los jainistas veneran la naturaleza en sí, los más devotos llevan incluso un trapo tapándose la boca para evitar tragarse pequeños insectos. Lo que más me gustó de este templo fue la luz que refleja el pulcro mármol y el culto al árbol frondoso.

El templo jainista. Carlos, Marta, yo y Laura.

Una niña saca agua de la fuente, en Kumbalgar.

Cuando llegamos a Udaipur además era fiesta. Por la noche bailan una danza muy divertida al ritmo de unos palos, como si fueran baquetas de batería e invitan a danzar a todo el que pasa. Por supuesto, nos unimos a la danza.

Unos niños decoran la ciudad para la fiesta.

Me faltan muchas fotos que tengo en RAW (CR2) de la cámara de Fernando. ¿Alguien sabe cómo se suben?

¡Qué bien nos lo hemos pasado! Kumbalgarrr pa yarrr