Casas típicas de camino entre los campos de trigo de camino a Saku.
Banderas tibetanas y de fondo la ciudad de Katmandú.
El fin de semana en Katmandú y alrededores ha sido muy intenso. Nepal es un país que se parece mucho a la India y a la vez es muy distinto. En el valle de Katmandú, dónde sus habitantes son conocidos como Newaris, el ambiente es fresco y relajado. Las antiguas ciudades del Patan y Bhaktapur están repletas de templos hindúes de madera y de antiguos palacios de emperadores muy bien conservados gracias a las ayudas de austriacos y alemanes. Ambas ciudades son Patrimonio de la Humanidad.
El equipo de patanes en Patan :)
Un guía muy bueno nos explicó el círculo de la vida budista.
Gurú y aprendiz de gurú.
Shikara en Katmandú. Y la tradicional forma de cargar las mercancías.
A pesar del reconocimiento internacional de Patan y Bhatapur, a mí el pueblo que más me gustó fue Saku al que llegamos andando desde Nagarkor tras tres horas y media de paseo por la montaña, recorriendo pobladitos nepalíes, sentandonos a comer maíz tostado con sus gentes y bebiendo vino local, parecido al orujo.
La mayoría de las familias del camino vivían del maíz y las cabras.
Un puente de bambú.
Una mujer fumando y al fondo el fuego dónde calientan la comida y las brasas dónde asan el maíz.